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martes, 1 de febrero de 2011

Tecnología para nuestras vidas (y no viceversa)

Editorial
Por: Damián Molgaray

La tecnología sin lugar a dudas ha inundado los ámbitos laborales en oficios de oficina.
Pero casi de la misma forma, los hogares también han incrementado la presencia de dispositivos tecnológicos, (y de alta gama) en su interior en todo este último tiempo.
Las herramientas tecnológicas en los hogares (al igual que en las oficinas), tal cual lo indica el término, buscan simplificar la actividad familiar diaria, y sin lugar a dudas, aunque muchas veces pasen desapercibidas por la continuidad de uso, son de gran utilidad al punto de volverse indispensables.
Desde procesadores de carne y licuadoras que facilitan la preparación de coktails y refrigerios; hornos microondas que nos ayudan a descongelar un pollo en minutos; pasando por los teléfonos inalámbricos que nos permiten llevar las charlas con amigos a cualquier parte de la casa; ó las planchas a vapor y los lavavajillas que hacen de las pérfidas tareas hogareñas básicas un labor menos desagradable; llegando a las máquinas afeitadoras eléctricas que ahorran mucho dinero y permiten estilos particulares en los hombres; hasta las computadoras y el mismo servicio de internet que hizo del pago de nuestras facturas una ocupación por lo menos… “cómoda”; todas las innovaciones a lo largo de la ciencia en la historia humana, se han ido incorporando en la vida cotidiana.
En la actualidad, además de todos los artefactos antes mencionados; los paneles solares, las televisiones plasmas, los múltiples dispositivos de conectividad y traslado de información, han vuelto a nuestra vida familiar y personal, mucho más fácil, divertida, dinámica pero inmersa también en una compleja vorágine. Potenciándose, esta situación, con la irrupción de las redes sociales: MSN, Facebook, Twitter, entre otras.
Hilando fino, la tecnología, sin lugar a dudas, ha mejorado nuestra calidad de vida, fundamentalmente en nuestro hogar. Pero a la vez, nos ha puesto y pone en una disyuntiva. La asimilación de las prácticas habituales e inconscientes en el uso de equipos tecnológicos y de los software de conectividad en una lógica: individuo-mundo, trajeron como efecto colateral la incipiente individualidad del usuario, incluso dentro de los grupos familiares.
La tecnología, al margen de haber sido fructífera para la concreción de diferentes empresas diarias, también ha separado al hombre de su contacto físico, en el acercamiento persona a persona. Así como también a imposibilitado el sentir un rose, una mirada penetrante o la fragancia de un perfume.
Progresivamente hemos ido llevando nuestras relaciones familiares desde simples llamados telefónicos, mensajes de texto hasta mails para saber sobre la vida de algún familiar; mientras que nos enteramos de su crecimiento por la foto del perfil… o por algún tweett que informa sobre las nuevas experiencias por las que pasó en este último tiempo.

La tecnología nos facilita la vida y nos da satisfacciones, de ningún modo debemos dejar de usarla; peros sí, creo, equilibrarla, articularla.
Si esta se utiliza en unión con la familia, como herramienta; (tal cual su origen) para mejorarnos como persona, pues de seguro nuestras vidas serán diferentes.
Usemos todos nuestros dispositivos de comunicación personal, pero mejor hagamos un llamado para organizar un encuentro con nuestros seres queridos con pileta de por medio; usemos el MSN, pero para confirmar que el agua para los mates ya está lista, mandemos un tweett pero para que los matrimonios desde sus trabajos particulares puedan ir organizando esa cena romántica que se debían y subamos fotos al Face, pero para mostrar las sonrisas y los juegos de mesa que se desplegaron en la sobremesa con los primos del campo el finde pasado….

De eso se trata, que la tecnología avance todos los días un poco más, pero para mejorar nuestro estilo de vida, cerca de cada uno de nuestros seres queridos.

¿Cómo lo hacemos? No googlees la respuesta, respondete vos mismo.

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